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DEATHCARE, EL ESPACIO DE LA AUSENCIA

Año de realización: 2013

Antecedentes

La intersección entre la vida y la muerte se lleva a cabo cuando la vida voltea la mirada en lo que solía ser... cuando se enfrenta a la realidad de la mortalidad. En nuestro interior existe la esperanza de una nueva vida en el mas allá. 

Los rituales de la muerte y el duelo se relacionan con casas funerarias, columbarios, crematorios, cementerios, monumentos y lugares de recuerdos.

A través de la arquitectura Make Arquitectura Interior explora la relación entre espacios físicos y la muerte, la despedida de un ser querido, el duelo y el vacío...

La propuesta

La presencia humana, la esencia plurisensorial. Las percepciones que dan fuerza y significado a la experiencia de la intimidad, el luto y la pérdida conceptualizan esta exploración arquitectónica. No es una arquitectura para ser vista porque no se proyecta desde esa óptica, el espacio introspectivo es quien crea esta arquitectura, es el espacio que redefine la ausencia. 

El “proyecto” sugiere un sendero de despedida que transcurre a través de varios ambientes, su arquitectura no es percibida como una edificación, sus espacios están configurados por formas básicas, simples pero fuertes a la misma vez las cuales crean diferentes atmósferas que permiten una vía de meditación, un camino para decir “hasta pronto” a aquellos que se han ido de este plano físico.

El espacio de la ausencia se mezcla entre el cielo y la tierra donde se produce EL ESPEJO, un ambiente donde el reflejo de la existencia humana versus la partida del ser querido invita al doliente a la introspección, a la renovación, al cambio.

EL INFINITO, un lugar rodeado por la naturaleza y el firmamento sugiere calma y reposo, donde se invita a meditar acerca del tránsito del cuerpo físico al mundo inmaterial y espiritual donde todo se desvanece y se convierte en EL AIRE, una estancia para el agradecimiento simbólico por aquellos buenos momentos vividos que recordamos pasar juntos con quienes ya se han ido.
El vacío que deja el ser querido se vuelve  EL ECO donde a manera de agradecimiento y remembranza se asienta la huella de quien marchó, este lugar se comprende como un sitio no del todo estático donde la soledad está rodeada de recuerdos, pensamientos y sentimientos.
Al presenciar la grandeza de la vida a través de la reflexión sobre la muerte en un acto simbólico se aprecia EL VELO, un punto donde converge el interior y el exterior, el preámbulo de una nueva vida, la metamorfosis espiritual.
Al final del trayecto la despedida se desarrolla en LA LUZ, donde la muerte se despide para dar bienvenida al cambio, a la transformación desconocida.


El espacio de la ausencia no pretende generar distracciones sino que induce y produce sensaciones que nutren los sentidos, sus materiales son sencillos, traslucidos y leves. El vidrio, los espejos, el metal fusionado con porciones de concreto y la ambientación  tienen presencia en este recorrido. La naturaleza, la iluminación natural y el agua transitan cada instancia, cada paso de este "sendero" de manera silenciosa, así como aquel que se fue y nos espera, aquel que ya mora y comprende el plano espiritual.

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